domingo, 21 de agosto de 2011

Realismo Mágico

Dionisio es un hombre mayor, me hospedo en su casa y muy gentilmente su familia me ha acogido como uno más. Una noche de domingo les preparo tortillas de papas a todos con gratitud. Mientras cocino Dionisio me va contando un poco su vida.

A él lo educaron para ser yaccha (chamán) pero la iglesia católica lo amenazó con ir al infierno por esas prácticas de brujería y desde joven abandonó su prometedora carrera como sacha runa yachay. Me cuenta lo difícil que es ser yaccha, la persecución de las autoridades desde antiguo por prácticas primitivas y denigrantes para la sociedad ecuatoriana. También la dificultad de convivencia, ya que por cualquier razón tus vecinos podían perseguirte y agredirte por chamanizar a alguien, si por casualidad un rival o un mal vecino caía enfermo o aún peor si fallecía.

Mientras la lumbre le ilumina los rasgos acuchillados de arrugas, Dionisio me cuenta que los yacchas están desapareciendo, por el miedo a ser uno, por lo difícil de conseguir que es, ya que tienen que pasar largas temporadas solos en la selva sin nada, porque los jóvenes solo quieren plata y grandes carros, porque ser yaccha significa solo ser eso para el resto de tu vida, por la persecución de las iglesias cristianas y sobre todo porque no queda nadie ya que sea merecedor de serlo.

También me dice que él habla aún con su padre fallecido, que fue un yaccha poderoso, venían gentes de toda la Amazonía y del país para pedirle consejo o para ser sanados y que él no cobraba dinero ninguno. Como vino un fuerte hombre del sur y le robó los conocimientos y ahora vive en Cuenca como poderoso yaccha.

Y mientras cocino, me voy impregnando de ese realismo mágico que nace de las mismas entrañas de estas tierras de fantasía.

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