domingo, 21 de agosto de 2011

Miles de amantes

La prostituta me acaricia la entrepierna, pero es ahí donde tengo mi billetera secreta con todo el dinero y las tarjetas. Supongo que pensará que no tengo pene o lo tengo escondido, porque no toca nada. No se va de mi lado hasta que le digo que me han traído obligado y que yo no quiero nada, solo irme de aquel antro.

Uno de los hombres que me han llevado obligado a aquel lugar se sienta a mi lado y me pregunta que por qué no quiero irme con la prostituta a un cuarto privado. Le digo que yo solo vine a Puyo a hacer una gestiones e irme, no quiero nada más. Me mira extrañado y empieza a hablarme de él, ignorando lo que he dicho.

Es un tipo bastante charlatán, me dice que escapó a una ciudad llamada Ambato, en el centro del país, porque tenía dos mujeres y no se decidía por ninguna, hasta que las dos le dejaron. Se fue a chupar (beber) hasta morir. Noche, mañana y día bebía sin parar, gastándose dos mil quinientos dólares en dos meses bebiendo o algo así. Este infeliz tiene tres hijos.

Ahora me dice que está bien, que volvió con una de ellas, pero que ya solo quiere estar con ella. Cuando dice eso, habla de una mujer “oficial” pero que tiene amantes por todos lados. Mujeres que pagan el taxi (el hombre es taxista) con su cuerpo, niñas de 15 años con padres controladores, prostitutas… pero de lo que más alardea es de las casadas, tiene cinco casadas con las que mantiene relaciones habitualmente. O eso dice.

Yo le pregunto si su mujer esta con otros hombres. El me niega rotundamente, que él la mantiene satisfecha y que es imposible. Le digo que me parece curioso que esa historia me la han contado bastantes ecuatorianos con los que he hablado y que de ser cierto, que casi todos los ecuatorianos tienen varias amantes casadas, todas las mujeres del país o casi todas, estarán manteniendo relaciones con un amante o varios.

Es entonces cuando este hombre piensa por primera vez en esta posibilidad y coge con rapidez el móvil para llamar a su esposa. Mientras lo hace, yo solo puedo pensar en ti y en este maldito Atlántico que nos separa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario