domingo, 21 de agosto de 2011

Los misterios del bosque

Uno de los misterios que más me atraen y fascina del bosque, es el de las sacha warmis. Literalmente significa mujer de la selva. Para los kichwa estas mujeres viven cercas de las montañas y aparecen a los forasteros cuando estos van solos en las noches por senderos cercanos a montes y montañas coronadas de selva. Para los kichwas y las culturas amazónicas la vida nace del agua y defienden que debajo de los grandes ríos hay ciudades y en las entrañas de las montañas también. Las mujeres de la selva son mujeres de estos lugares, que buscan desposarse con un ser del exterior. Muchos hombres han tenido la experiencia de encontrarse con una. Son mujeres bellas, blancas de piel, de pelo oscuro y ojos misteriosos. Ellas te invitan a seguirle, y según dicen muchos hombres han ido con ellas y no han vuelto jamás, seguramente porque hayan preferido quedarse a vivir en las ciudades del subsuelo antes que volver a la superficie, por amor o por comodidad. Me dice Bolívar que para encontrar una de forma voluntaria hay que ayunar y beber tabaco en jugo, y con el espíritu lleno de esa planta sagrada, lanzarse al bosque por la noche y solo, a caminar por horas, es entonces donde hay probabilidades de encontrarse con una sacha warmi.

Yo como experiencia contaré que la noche de la ira del Oglán, los truenos iluminaban por segundos el sendero y yo pensaba en las sacha warmis, sobre todo porque las había escuchado en el sendero al medio día (para los kichwas unos pájaros son estas mujeres que aúllan entre los árboles durante el día). Y fue cruzando el río, entre las piedras, con la corriente creciendo, empapado, cuando de repente un relámpago hace de día por un segundo todo el río. A mi lado aparece una mujer, cubierta de algo amarillo que me miraba fijamente. No grité porque me mordí el labio.

Era Nélida, la mujer de Moisés que nos esperaba al otro lado del río con la linterna apagada para ahorrar baterías. El corazón me habitó la garganta por casi una hora.

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