domingo, 21 de agosto de 2011

Las sirenas de la Amazonía

La zoofilia entre grupos humanos muy apegados a la naturaleza no es algo que me sea extraño. En España podría hablarse del excesivo amor a sus animales de los cabreros, en Ecuador en su caso están los manabitas y su obsesión por perder la virginidad con una burra. Pero el caso más extraordinario que escuché jamás es el del pueblo Cofán y los delfines rosados.

He escuchado varías versiones de esta historia, al parecer totalmente verdad. Para los cofanes copular con los delfines rosados es una delicia, para ellos mejor que la mujer. Cuando un miembro de la comunidad tiene ganas de estar con uno de estos animales los buscan en el río y se tiran a él alocadamente, tanto es el placer que encuentran en la unión. Una de las versiones que me han comentado es que los delfines segregan un líquido que duermen al hombre profundamente y luego lo arrastran río abajo y se lo ofrecen a las boas, para que estas puedan devorarlos a placer. Al parecer un ritual simbiótico entre especies. Por esta razón los hombres tienen que ir acompañados de otros hombres que lo agarren al terminar para que el delfín no lo secuestre.

Otra versión dice que los propios delfines en celo suben a las canoas y muestran sus órganos sexuales a los hombres, ofreciéndoles ese placer mortal. Y es allí en la canoa donde mantienen las relaciones. En esta versión los hombres caen profundamente dormidos para no despertar jamás. Por eso, otros hombres tienen que ir pegándole latigazos en la espalda para que no caiga para siempre en la inconsciencia, durante el coito.

Para los cofán estos delfines son sirenas, animales precioso que superan en belleza y placer a cualquier mujer existente. Para los cofán, son regalos del río de la misma naturaleza que el bosque, bello y peligroso.

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