lunes, 18 de julio de 2011

Ofrendas al sol y la tierra

La música estridente reverbera entre las estribaciones andinas. Los colores se amontonan en un torbellino de bailes en el atardecer lluvioso. La charla incesante de Daniel, un fotógrafo colombiano que ha recorrido los Andes desde Chile hasta su país parece acompasarse al retumbar de los “discomóviles”.

En una esquina del lugar tocan los instrumentos y bailan cantando el grupo con el que vine haciendo lo mismo desde más abajo de la montaña. Pero ahora observo a un numeroso grupo que baila con inquietantes máscaras y trajes de colores alrededor de un alto poste donde cuelgan todo tipo de frutas, empanadas, pan, hortalizas y botellas de licor. Mientras, zarandean gallinas y gallos lanzando al aire una nube de plumas. Y así llevan bailando todo un mes y así se llevaran toda la noche, en la última noche del Inti Raymi.
De pronto una naranja cae a mis pies, lanzada desde el huracán kichwa. Yo sorprendido miro a Daniel.
- Parece que ya desde tu primer día en Latinoamérica, la Pacha Mama te da su bendición.
Me dice sonriente mientras me ofrece un cuenco repleto de chicha de maíz.

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